OSO DE ANTEOJOS

EL OSO DE LAS NUBES

Un refugio para el único oso de Suramérica
El oso de las nubes u oso andino (Tremarctos ornatus), también recibe el nombre de ucumarí , oso frontino, careto o de anteojos, debido a las manchas blancas que tiene en su cara alrededor de los ojos, las cuales contrastan notablemente con su piel negra. El oso andino es descendiente directo del extinto oso “Buldog” o “caricorto” (Artodus simus) que recorrió tanto Norte como Suramérica, siendo una de las mayores especies durante la última de las glaciaciones.
Este es el único que habita los andes suramericanos. Hace más de cien años ocupaba todos los sistemas montañosos en Colombia y sus poblaciones se extendían desde Venezuela hasta Bolivia. Los bosques de montaña eran entonces extensos y continuos.
En la actualidad, este gran territorio se encuentra reducido a pequeñas islas de bosques, como resultado de la permanente presión que el hombre ha ejercido sobre ellos. Debido a la pérdida de la mayor parte de su hábitat natural y la cacería indiscriminada, el oso de las nubes se encuentra en serio peligro de extinción. Sólo quedan algunas poblaciones en los bosques de montaña mejor conservados y en las áreas protegidas.

Características de la especie
El oso de las nubes es un mamífero grande cuyo tamaño y peso presentan gran variabilidad, dependiendo de las fuentes de alimento y las condiciones climáticas en que se desenvuelva. En general, los individuos adultos pueden tener una lazada de 76 centímetros y una longitud corporal de 1.30 a 1.90 metros.
El peso de estos animales oscila entre 80 y 125 kilogramos. Sin embargo, algunos machos pueden llegar a pesar hasta 200 kilogramos. Las hembras generalmente son dos terceras partes del tamaño corporal de los machos. La edad promedio del oso andino en estado silvestre se estima a algo más de los veinticinco años.
El oso de las nubes es de cuerpo pesado, cola corta, orejas redondeadas y patas plantígradas. Tanto los talones como las puntas de las extremidades hacen contacto con la tierra cuando caminan como los humanos. Esta especie es única puesto que tiene trece pares de costillas, una menos que el resto de las especies que conocemos. Su cráneo es comparativamente más largo en relación al tamaño del cuerpo y está dotado de poderosas mandíbulas y fuertes dientes.

Mitos y Leyendas
A pesar de que los osos generalmente han preferido internarse en las montañas y evitar su cercanía al hombre, su presencia no siempre ha sido tan poco notada. En tiempos de los Incas, a los osos andinos se les consideraba como el vínculo entre la tierra y los dioses.
 Los dioses habitaban en las cimas de las montañas y los osos merodeaban por el bosque. En ocasiones emergían y salían del oscuro dominio de las arboledas y subían hasta los páramos. Para los Incas, ellos salían de la oscuridad moral del bosque a la luz del terreno abierto para deambular entre el bien y el mal, en la vía para hablar con los dioses.
Aún en la actualidad, en algunas partes de Perú y Bolivia se siente la creencia de que las almas de la gente mala están condenadas por los dioses de la montaña a penurias eternas, tales como cargar grandes bloques de hielo por las cimas de las sierras. Por esta razón, en algunas de estas comunidades los indígenas practican aún ciertos ritos, vistiendo trajes de oso, escalando las montañas a media noche, cortando bloques de hielo de los nevados y bajándolos, suponiendo con ello que de esta forma están ayudando a liberar las almas de los condenados.
En Colombia por su parte, los osos han sido perseguidos por los campesinos y cazadores furtivos que tienen la errada creencia de que tanto su piel como su grasa cuentan con poderosos curativos afrodisiacos. De igual manera, los hábitos alimenticios de estos escurridizos habitantes de los bosques nublados, como resultado de la destrucción de su entorno natural, los han llevado han incursionar en los maizales de los campesinos, quienes ante el temor que genera su presencia, terminan por eliminarlos.

Los Osos en La Planada
El proyecto del repoblamiento del Oso Andino en La Planada se inició en 1986, cuando en la Reserva fueron aceptados tres ejemplares de osos en cautiverio que habían sido criados desde pequeños por gente de la región. Es muy seguro que estos osos hayan sido capturados una vez los cazadores mataron a sus madres. Para albergarlos en la Reserva, fue cavada una profunda zanja que encerraba una especie de isla grande de vegetación en la cual los nuevos huéspedes podrían vivir en libertad y ser observados por los investigadores. También fueron dispuestos unos encierros especiales en el bosque secundario que comenzaba a crecer, contiguo a la isla.
Una vez finalizados los trabajos, los osos fueron liberados, corrieron por el bosque, tumbaron ramas y arbustos, subieron a los árboles sin prevención y bajaron las bromelias que estaban en lo alto, gracias a sus notables habilidades  para trepar.

 
La Alimentación
En su medio natural, los osos requieren de grandes extensiones de bosque o paramo para alimentarse. Son Omnívoros y si dieta incluye una gran variedad de frutos, nueces, hojas, cogollos y ocasionalmente pequeños vertebrados. Generalmente se desplazan por las quebradas siguiendo los ciclos de maduración de frutos como aguacatillos, inciensos, guayabas silvestres, higuerones y gran variedad de uvitos de monte.
Durante los periodos de escasez de frutos, pueden alimentarse principalmente de bromelias, rizomas de aráceas, cogollos de palma, hojas de siete cueros y de los tejidos suaves de tallos de ciclantáceas y palmas espinosas. Además se ha observado que los osos hurgan las cortezas de los árboles o el suelo en busca de larvas de coleópteros.
En La Planada, los osos son alimentados primordialmente con una sopa de maíz, concentrado para animales, leche, aceite de hígado de bacalao, panela, huevos y como complemento reciben zanahorias.

Comportamiento
Se conocen muy pocos de talles acerca del comportamiento de esta especie en estado silvestre, dadas las difíciles condiciones de su observación en las montañas y de que adicionalmente no es posible colocarles transistores para seguir sus movimientos en el bosque, puesto que en sus zonas de hábitat las montañas no permiten el paso de las señales de radio.
Se ha observado que tienen grandes habilidades para trepar a los arboles y que en ocasiones construyen nidos en las copas para dormir en ellos. Los osos adultos, a diferencia de los jóvenes, tienden a desplazarse solos por el bosque. En cautiverio, cuando las hembras están en época de celo, se les nota intranquilas y se mueven de manera constante. El macho reacciona al olor de la hembra y a las vocalizaciones que ella emite, y después de un breve contacto de narices, la hembra acepta ser cortejada.
De otra parte, los estudios realizados han señalado que los osos son en extremo cautelosos y evitan los niveles inferiores de la cordillera, particularmente en las tierras bajas de las costas de Ecuador y Colombia, puesto que enfrentan el peligro de ser predados por los Jaguares.

Crianza de los Oseznos
El periodo de gestación dura entre cinco y siete meses, al cabo de los cuales nacen uno o dos oseznos que pueden llegar a pesar alrededor de 300 gramos. Las hembras preñadas y las hembras con crías deben permanecer aisladas, para evitar que los machos le hagan daño a los ejemplares más pequeños.
Durante el primer mes de vida de los oseznos, las hembras dejan de alimentarse. Ellas dedican sus energías a construir nidos con ramas para depositar a sus crías y entregan por completo a atenderlas y alimentarlas. Después de un mes y medio, las crías abren los ojos por primera vez y empiezan a moverse y solo hasta el tercer mes de haber nacido logran caminar.
La lactancia por su parte se extiende hasta los quince meses, periodo al final del cual los oseznos han alcanzado el tamaño similar al de sus madres. La madurez sexual llega solo hasta el cuarto año de vida.
En La Planada, a través del programa de repoblamiento del oso andino, ha sido posible criar cuatro oseznos en cautiverio, los cuales han recibido los nombres de Azúcar, Moisés, Clarita y Chucho. Cuatro osos han sido reintroducidos en el bosque como parte de las estrategias del programa: Milú, Azúcar, Fermina y Moisés. Milú tuvo en libertad un osezno conocido con el nombre de Juan del Monte.

La reintroducción en el bosque
Una reintroducción exitosa de los osos en el bosque depende de su grado de familiaridad con el ambiente natural. Con el fin de que los oseznos puedan llegar a desarrollar las destrezas necesarias para defenderse y subsistir en sus hábitats, fue adecuada la isla de la que se habló anteriormente. Con una extensión de dos hectáreas y protegida por una zanja de cuatro metros de profundidad, esta área busca evitar adicionalmente una posible fuga antes de lo previsto.
Una vez las crías han cumplidos los ocho meses, son liberados en esta isla junto con sus madres. Aquí los oseznos aprenden a trepar arboles, a distinguir las plantas alimenticias de las tóxicas, a manipular los alimentos naturales y a orientarse en su entorno inmediato. Adicionalmente el estar en libertad les permite desarrollar una sorprendente coordinación motriz, necesaria para sobrevivir en estado silvestre.
Los oseznos generalmente permanecen en la isla durante varios meses hasta que se completa el destete. Cuando cumplen el primer año y medio de edad se busca que regresen a su medio natural. Sin embargo, antes es necesario conocer más detalles para garantizar el éxito del programa y por ende, la supervivencia de los osos liberados.

Conservación
Hay razones ecológicas y culturales sobre las que el hombre debe reflexionar para conocer la verdadera importancia de la conservación de esta especie. Desde el punto de vista ecológico, el oso andino es muy importante para los bosques de niebla, debido a que es el animal más grande que habita estas zonas, alimentándose  de las plantas de estos ecosistemas y por lo tanto, juega un papel importante como diseminador de semillas. Desde el punto de vista cultural, el oso es importante por el gran numero de mitos e historias que se han tejido en torno a su alrededor.
En el futuro los esfuerzos de conservación del oso de anteojos deben centrarse de manera particular en dos frentes: la investigación sobre la ecología y comportamiento de la especie en los bosques montanos, y la educación ambienta, orientada a generar conciencia en el hombre y garantizarle al oso un sitio seguro para su reintroducción. Para la mayoría de los latinoamericanos el oso habita un paisaje que no es no espiritual ni real. Los andes suramericanos, refugio del oso de la nubes, enfrentan una creciente depresión por parte del hombre. Hace miles de años los valles andinos y las montañas desde Bolivia hasta Colombia estaban cubiertas de bosques desde las cimas de las sierras hasta las llanuras del océano pacífico.
Colombia ha perdido desde 1966, como cita el investigador Peter Steinbart, más de la mitad de los bosques que tenía en esa época: veinticinco millones de hectáreas. En lugar de bosques, es muy común ver en nuestro país como la vasta diversidad y complejidad de estos ecosistemas ha sido desplazada por la agricultura y la ganadería. Finalmente, es importante anotar que una posible extinción del oso de las nubes, un mamífero tan grande y necesario para el bosque y por ende para el hombre, no pasaría tan desapercibida. Sin embargo, en Colombia y en el mundo miles de especies de fauna y flora se extinguen diariamente, sin que la mayoría de la gente se percate de la gravedad de su desaparición.

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El oso de las nubes
ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA
    Un programa de repoblamiento del oso de las nubes u oso de anteojos, se lleva a cabo desde hace doce años en Colombia, por parte de la Fundación FES.

Guillermo Cantillo
El oso de las nubes es llamado también oso de anteojos por las manchas blancas que tiene alrededor de los ojos y que contrasta con el negro de su pelaje.
AGENCIA AUPEC octubre 1998
Los dioses habitaban en la cima de las montañas y los osos merodeaban por los bosques. Para los Incas, estos animales salían de la oscuridad del bosque a la luz del terreno abierto para deambular entre el bien y el mal, y en la vía para hablar con los dioses; eran el vínculo entre la tierra y los seres supremos.
Creencias como esta todavía existen en torno al oso andino, Tremactos ornatus, único oso que habita los andes americanos, quien está en peligro de extinción por la destrucción de su hábitat y la cacería indiscriminada.
Hace más de cien años, este oso ocupaba todos los sistemas montañosos de Colombia y sus poblaciones se extendían desde Venezuela hasta Bolivia; en ese entonces, los bosques de montaña eran extensos y continuos.
En la actualidad este territorio se encuentra reducido a pequeñas islas de bosques, como resultado de la permanente presión que el hombre ha ejercido sobre ellos. Colombia, por ejemplo, ha perdido desde 1966, la mitad de los bosques que tenía en esa época: veinticinco millones de hectáreas.
Debido a esto sólo quedan algunas poblaciones de osos en los bosques de montaña mejor conservados y en las área protegidas.
En la Reserva Natural La Planada, ubicada en el Departamento de Nariño, Colombia, constituida por la Fundación FES y el Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF, se lleva a cabo un programa de repoblamiento del oso andino, desde 1986, cuando se introdujeron al área de la reserva, tres ejemplares de estos animales que habían sido criados desde pequeños por gente de la región.
A través de este programa, ha sido posible criar cuatro oseznos en cautiverio, los cuales han recibido los nombres de Azúcar, Moisés, Clarita y Chucho. Cuatro osos han sido reintroducidos en e bosque, como parte de la estrategia del programa: Milú, Azúcar, Fermina y Moisés. Milú tuvo en libertad un osezno conocido con el nombre de Juan del Monte.
De acuerdo con los investigadores, una reintroducción exitosa de los osos en el bosque depende de su grado de familiaridad con el ambiente natural. Por esta razón, para el proyecto se acondicionó una especie de isla en la cual los animales podían vivir en libertad y en condiciones semejantes a su hábitat. En este lugar, los oseznos pueden desarrollar las destrezas necesarias para defenderse y subsistir.

Guillermo Cantillo
Los osos de anteojos tienen grandes habilidades para trepar árboles y en ocasiones construyen nidos en la copa para dormir en ellos.

Una familia de gigantes
El período de gestación de los osos dura entre cinco y siete meses, al cabo de los cuales nacen uno o dos oseznos, que pueden llegar a pesar alrededor de 300 gramos. “Las hembras preñadas y las hembras con crías deben permanecer aisladas para evitar que los machos le hagan daño a los ejemplares más pequeños”, explica Pedro Moreno, actual Director de la La Planada.
Durante el primer mes de vida de los oseznos, las hembras dejan de alimentarse. Ellas dedican sus energías a construir nidos con ramas para depositar a sus crías y se entregan por completo a atenderlas y alimentarlas.
Después de un mes y medio, las crías abren los ojos por primera vez y empiezan a moverse, sólo hasta el tercer mes de haber nacido logran caminar.
La lactancia se extiende hasta los quince meses, período al final del cual los oseznos han alcanzado el tamaño similar al de sus madres. La madurez sexual llega sólo hasta el cuarto año de vida.
La liberación de los oseznos en la isla junto a sus madres, como parte del proyecto de la Fundación FES, se realiza a los ocho meses de haber nacido. Aquí, aprenden a trepar árboles, a distinguir las plantas alimenticias de las tóxicas, a manipular los alimentos naturales y a orientarse en su entorno inmediato. Adicionalmente el estar en libertad les permite desarrollar una sorprendente coordinación motriz, necesaria para sobrevivir en estado silvestre.
Cuando los oseznos cumplen el primer año de edad, se introducen a su medio natural. “Sin embargo, es necesario conocer más detalles para garantizar el éxito
de la programación y por ende, la supervivencia de los osos liberados”, dice Pedro Moreno.
El estudio ecológico más detallado del oso de las nubes y la educación ambiental son indispensables para lograr su supervivencia y no permitir, que como pasa diariamente en muchos ecosistemas del mundo, las especies se extingan sin que nadie se de por enterado.

Fuente: AGENCIA AUPEC octubre 1998.

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